Aniversario luctuoso de Jorge Cafrune

1 de Febrero de 1978


Jorge Cafrune, rebelde cantautor folklorico apodado El Turco nacido el 8 de agosto de 1937 en Perico, una finca cercana a la localidad de El Carmen, Provincia de Jujuy.

Había organizado un viaje a caballo para llevar, en un cofre, tierra del lugar del fallecimiento del General San Martín (Boulogne-sur-Mer) desde plaza de mayo (Capital Federal Argentina), hasta el lugar de nacimiento del prócer (Yapeyú, Corrientes) para participar del homenaje por el bicentenario de su nacimiento. El viaje constaba de salir el 31 de enero para llegar a destino el 25 de febrero viajando unos 750 kilómetros a través de veinticinco postas de 30 kilómetros aproximados por día. El viaje tenía el apoyo del rector de la Catedral Metropolitana de aquel momento, Monseñor Daniel Keegan, el Instituto Sanmartiniano y de varios círculos tradicionalistas


El siniestro vial, lo relata muy bien Juan Carlos Kreimer en «Galopador contra el viento». (Radar, pagina12) y que paso a retransmitir a continuación :

"Sale a eso de las 11 de la mañana, con su hijo Facundo adelante en el recado. Unos pocos gauchos lo escoltan los primeros kilómetros, desde ahí sigue solo con su compadre Fino Gutiérrez. El monta un bayo, los guardamontes casi tocan al suelo, Fino un alazán oscuro. Planean hacer noche en Escobar. Adelante, en el Chevrolet de Pedro Vallier, jefe de ruta, va su segunda esposa, la española Lourdes López Garzón, madre del chico; [...]. Después de cenar en una parrilla junto al camino, el auto se adelanta para organizar la primera escala en El Rancho de Don Pedro. Entre tanto, los jinetes estiran el último sorbo de cerveza.

Avanzan por la banquina izquierda de la ruta 27, al tranco rumbo Pacheco, él tararea a media voz, un aire, por momentos huella, en otros triunfo, cuando dos luces desorbitadas se salen de la ruta y se les tiran encima. El primero en ser embestido es Fino, que vuela unos veinte metros y cae entre los yuyales. En la misma fracción de segundo, el vehículo hace un trompo y roza su caballo: el bayo alcanza a corcovear y lo manda de plano sobre el borde del pavimento. El bayo, antes de desplomarse, lo pisotea. Cuando Fino se le acerca, sus gritos de dolor se confunden con la agonía del animal. Se me reventaron los pulmones, no puedo moverme, balbucea, ayudáme. El lugar, la ruta esquina calle Tirso de Molina, se llena de linternas y soles de noche, serían las once. La camioneta ya ha desaparecido. Hay versiones que los caballos venían por la derecha y fueron embestidos por detrás.

Malherido pero consciente, lo cargan en el hidrante de los bomberos voluntarios de Benavídez. Tiene el tórax hundido, la cabeza no para de sangrarle, las costillas rotas, calculan, son diez. Su gravedad supera los recursos de la sala de primeros auxilios. Lo llevan al Hospital de Tigre, sólo una cirugía especializada puede salvarlo, evalúan los médicos. Cuidámelo al Facundo, le pide a Fino. Minutos después de la medianoche pierde el conocimiento. Cuando llega la ambulancia que lo trasladará al Hospital de Tórax de Haedo, él ya se fue. Al bayo los vecinos deben sacrificarlo.

Ese mismo día, 1º de febrero de 1978, el conductor es identificado. Héctor Emilio Díaz, un muchacho de 20 años. También trasciende que la camioneta, una Dodge roja con chapa de Capital, hasta unos años antes era utilizada regularmente por su padre para retirar papeles usados del Ministerio de Bienestar Social y venderlos por kilo. A Díaz lo dejan en libertad por una ley de tránsito de 1949 que dice que los jinetes pueden ir por la banquina con tal de que lo hagan de uno en fondo. Buen chico, trabajador, el Héctor, dicen los vecinos, pero al poco tiempo su familia desaparece de la zona."

Su compadre sobrevive y se llama a silencio. El velatorio se realiza en la Federación de Box, debido a la cantidad de público que lo quiere despedir. La cremación se realiza en el Cementerio de la Chacarita.

La investigadora Jimena Néspolo asegura: «Fue una muerte política, y no un mero accidente de tránsito. En cambio, para la familia de Cafrune las pruebas no resultan tan contundentes. "Hasta lo que sabemos fue un accidente. Esto te lo digo hoy 1 de julio de 2019. No puedo decir nada más."


La ley nacional de tránsito N°24.449 y sus normas reglamentarias regulan el uso de la vía pública, y son de aplicación a la circulación de personas, animales y vehículos terrestres. Sin embargo, indica que la autoridad local correspondiente podrá dictar también normas exclusivas, siempre que sean accesorias a las de esta ley y se refieran al tránsito y estacionamiento urbano, al ordenamiento de la circulación de vehículos de transporte, de tracción a sangre y a otros aspectos fijados legalmente.

La ley establece que no pueden circular por autopistas ni semiautopistas los vehículos de tracción a sangre y constituyen falta grave la conducción de vehículos de tracción a sangre por lugares no habilitados al efecto. En las vías con más de dos carriles por mano (sin contar el ocupado por estacionamiento) los vehículos de tracción a sangre, deben hacerlo por el derecho únicamente (cuando les está permitido circular y no tuvieren carril exclusivo). Todo conductor pierde la prioridad del que viene por la derecha cuando se conduzcan animales o vehículos de tracción a sangre.


Accidente o siniestro

La Ley Nacional de Tránsito, considera accidente de tránsito, en su artículo 64, a todo hecho que produzca daño en personas o cosas como consecuencia de la circulación. En este sentido, para la ley es un accidente, sin embargo, en el caso no probado en el que hubo intencionalidad por parte de Héctor Emilio Díaz de producir el hecho dañoso, entonces es un siniestro vial, dado que un siniestro incorpora al suceso la mala intención del autor. Por este motivo, para los familiares pudo ser un accidente vial pero para Jimena Néspolo fue un siniestro vial.

Siendo que nuestra Constitución Nacional afirma que ningún habitante de la Nación puede ser penado sin ´juicio previo´ fundado en ley anterior al hecho del proceso, no cabe duda que el accidente debe ser considerado en principio así, hasta que se pruebe que fue un siniestro.


Cómo transitar seguro a caballo

Para transitar a caballo, como el mismo transcurre a una velocidad menor que la mínima permitida, debería circular fuera de la calzada, por la banquina e incluso fuera de ella si es posible. Ademas, un caballo puede ser poco conspicuo, por lo que utilizaría un chaleco reflector en mi cuerpo y otro para el caballo (medida de seguridad activa). Como medida de seguridad pasiva, se debería utilizar casco, dado que el casco no es por si me caigo del caballo, sino por si otro auto impacta con nosotros y salimos despedido com el caso de Fino Gutierrez.



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